Agua

“Aunque las dos terceras partes de la superficie del planeta son agua, solamente el 2,5% es dulce y un 0,4% de dicha fracción es el que se utiliza para satisfacer las necesidades de toda la población humana; pues el resto, además de ser salada, corresponde a los glaciales y a la subterránea. Más aún, la disponible tiene una distribución muy irregular y progresivos problemas de calidad. A pesar de lo anterior, desperdiciamos mucho la que obtenemos”, afirmó el ingeniero químico Leonardo Calle.

Calle también señaló que es prioritario comprender que este problema no es externo, sino que todos somos actores de procesos de uso, conservación, manejo y recuperación del recurso.

El experto explicó casos concretos de desperdicio. Por ejemplo, en una ducha de 10 minutos, el gasto habitual es de 100 a 200 litros, mientras que en uno eficiente equivaldría a 80. Esta última cifra, en cambio, corresponde a un consumo habitual al afeitarse sin cerrar la llave, mientras que en un uso responsable sería de 2 litros solamente.

Descargar el sanitario requiere entre 20 y 25 litros, pero este mismo proceso podría ejecutarse con 10 o 15 menos, sin considerar las tecnologías ahorradoras. Y cepillarse los dientes podría limitarse al uso de menos de 2 litros en momentos en que usualmente consumimos 5.

El ingeniero resaltó que estas medidas de ahorro del recurso son indispensables para preservarlo, en vista de que el 27% de la que usan los colombianos se destina a usos domésticos. Asimismo, indicó que el sector agrícola es el que mayor demanda hace en el país (59%), mientras que la del sector industrial es del 9% y la del pecuario, del 4%.

En este punto, advirtió sobre el riesgo de utilizar aguas residuales domésticas para el riego, por cuanto estas pueden concentrar virus (como enteroviruses), bacterias (como coliformes fecales), protozoos y helmintos que pueden sobrevivir hasta cien días.

Igualmente, insistió en que siempre se debe considerar su correcto tratamiento y disposición, a fin de evitar mayores daños a los ecosistemas.

Tratamiento del recurso

En materia de calidad —según el índice del año 2009— en la mayor parte del territorio nacional se registró agua de regular y mala calidad.

Al respecto, el experto aclaró que existen varios métodos para desinfectarla que tienen tanto aspectos positivos como negativos: el cloro es barato y fácil de aplicar, pero puede generar subproductos tóxicos; el ozono es muy eficaz para eliminar bacterias, pero es costoso y debe producirse en el mismo instante de su uso; la radiación es fácil de aplicar y de buen precio, pero requiere la ausencia de sólidos en suspensión; finalmente, las membranas eliminan casi todos los microorganismos, pero es una técnica aún costosa y en desarrollo.

Aseguró que, dependiendo de las condiciones de cada caso, se pueden utilizar mecanismos naturales de autodepuración de las aguas en ríos, ciénagas y humedales.

Finalmente, resaltó su importancia como factor clave para “la vida como la conocemos”. Y destacó que actualmente está amenazada por la creciente contaminación y el cambio climático; fenómenos que pueden ser combatidos y manejados con medidas posibles, tangibles y sobre todo con conciencia social.

“Debemos ser más eficientes al usar el agua”, aseveró. Y agregó que su propósito, más que sensibilizar a las personas de la problemática, es que ellas puedan reconocer que sus decisiones personales hacen posible optimizar su uso.

Medidas como consumir proteínas que requieran menor gasto del recurso (para obtener una libra de carne son necesarios 10.000 litros; cantidad que ingiere la vaca o se riega en el pasto) o evitar dejar un grifo goteando durante todo un día (lo que desperdicia entre 100 y 120 litros) pueden marcar la diferencia.

La presentación —titulada “Calidad y cantidad del agua”— tuvo lugar durante el seminario “¿Agua para todos o agua para todo?”, del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental, que lidera el profesor Marcelo Riveros, los jueves de 2:00 a 4:00 p.m.