Actualmente los agricultores pequeños prefieren que sus hijos accedan a la educación y se dediquen a otras labores, por esto, las prácticas de cultivo no se están heredando. Foto Dreamstime

Actualmente los agricultores pequeños prefieren que sus hijos accedan a la educación y se dediquen a otras labores, por esto, las prácticas de cultivo no se están heredando.

Los productos que no cumplen estándares estéticos, como son las papas o los tomates de menor tamaño al promedio, son subutilizados por los ciudadanos y los agricultores, sin embargo estos tienen las mismas propiedades y los mismos esfuerzos de producción de los alimentos que se consumen regularmente.

La compañía Sinnetic, consultora en soluciones de analíticas basadas en el comportamiento humano en escenarios de consumo, compra y riesgo, presenta su estudio ‘Confianza del Pequeño Agricultor Colombiano’, con el que se evidencia la satisfacción de la labor agrícola, la herencia de las prácticas culturales de trabajar la tierra, y otros aspectos relevantes para el agricultor pequeño.

El informe, basado en 320 entrevistas a productores nacionales y con comparaciones entre los indicadores de 2015 frente a los de 2016, participaron personas de Antioquia, Cundinamarca, Norte del Valle y Eje Cafetero, así como de Santander, Boyacá, Nariño, Cauca, Córdoba, Tolima, Huila y Meta. Los entrevistados tienen cultivos de papas, frutas, tomates, maíz, café, cebollas, fríjol y arroz.

El informe, basado en 320 entrevistas a productores nacionales y con comparaciones entre los indicadores de 2015 frente a los de 2016, participaron personas de Antioquia, Cundinamarca, Norte del Valle y Eje Cafetero, así como de Santander, Boyacá, Nariño, Cauca, Córdoba, Tolima, Huila y Meta. Los entrevistados tienen cultivos de papas, frutas, tomates, maíz, café, cebollas, fríjol y arroz.

Créditos complicados y semillas de mala calidad ahorcan al agricultor

Para 2016 la satisfacción de los agricultores pequeños con su labor agrícola se redujo en 16 puntos (52%) con relación al 2015 (68%), los principales factores que apalancan la reducción de niveles de satisfacción de los productores agrícolas aparecen reflejados en la gráfica 1.

En primer lugar, la dificultad para obtener créditos, con un 65% y el costo de los créditos, con un 52%. A estas variables le sigue la dificultad para conseguir semillas de calidad (48%) y la escasa mano de obra en el campo (45%).

A estas variables se suman la dificultad para vender la producción, con un 36%, y el costo de los fertilizantes, 32%. Mientras que existe un grupo de agricultores (22%) que considera que el costo de los productos de cuidado de los cultivos, la dependencia de los transportadores (21%) o el bajo nivel de acceso de internet en el campo, (14%), son causales para la poca satisfacción de los agricultores.

Para Gabriel Contreras, CEO de Sinnetic, “frente a la principal queja, relacionada con la percepción de dificultad y costo de los créditos legales, estas variables han obligado a algunos agricultores a solicitar créditos informales con mayores tasas de interés. Por otro lado, los aprietos para conseguir semillas de calidad obligan al agricultor a producir su propia semilla con pocos criterios técnicos, lo cual afecta la calidad y cantidad de la producción los cultivos”.

Según el estudio, la poca satisfacción de los agricultores también se genera por la dificultad para vender sus productos y la dependencia del sector transportista.

Como novedad, en este año aparece el bajo acceso a internet en el campo, esto les impide a los agricultores jóvenes el acceso a información y a aplicaciones que optimicen el cuidado de sus cultivos. Esta queja proviene particularmente de productores con formación técnica.

Seguros para los cultivos, una decisión positiva que va en aumento

Frente a la compra de seguros para respaldar los cultivos, los agricultores están cada vez más convencidos de que es una buena decisión pues, en 2015, el 22% de los entrevistados respondió afirmativamente a la intención de compra de seguros, mientras que en 2016 esta respuesta creció en 12 puntos (34%). Las razones por las cuales ahora piensan en asegurar sus cultivos son, en un 52%, la posibilidad de conseguir préstamos con mayor facilidad; para seguir trabajando, un 44%; para darle continuidad al cultivo 32% y para no perder la tierra, un 26%. (Ver grafica 2)

“La principal razón para considerar la compra de seguros, es porque se convierten en una carta de presentación ante las entidades de crédito y también, porque saben que las variaciones climáticas son ahora más complejas y, en caso que este factor los haga perder su cosecha, el seguro puede generar un respaldo para continuar con su labor”, afirmó Contreras.

Si no hay seguro, ¿cómo se respaldan las deudas?

Sin duda, los agricultores no arriesgarían sus propias tierras para cubrir alguna deuda, en este caso prefieren entregar otras propiedades. En 2015, el 30% de los agricultores prefirió entregar terrenos, frente a un 10% en 2016. Para Contreras, esto confirma que cada vez más se fortalece el vínculo del agricultor con su tierra, hasta el punto de no querer exponerla como garantía ante deudas. Incluso, prefiere perder la cosecha y hasta algunas de sus propiedades pero no la tierra.

¿Tierras menos valiosas?

Los encuestados piensan que sus tierras valen menos que antes (59%), este ítem aumentó 19 puntos frente a 2015 (40%). El clima es una de las razones que más afectan los cultivos según los agricultores, debido a los fenómenos de El Niño y La Niña de los últimos años (Ver grafica 3).

Las prácticas ancestrales ya casi no se heredan

En la actualidad los agricultores no pretenden que sus hijos hereden las prácticas para cultivar la tierra que han trabajado de generación en generación. Si bien, el espacio donde se siembra lo recibirán en algún momento, ahora el interés de los padres se enfoca en que sus descendientes migren a las ciudades y reciban educación universitaria, pues en con incertidumbre el futuro de la agricultura.

“En este estudio encontramos que el relevo generacional de los agricultores pequeños es muy bajo y viene en caída. En 2015 el 35% de los padres agricultores esperaba dar las tierras a sus hijos y para el 2016 decreció 7 puntos (28%). Los pequeños agricultores prefieren que sus hijos reciban educación universitaria y migren a las grandes ciudades”, concluyó el CEO de Sinnetic.

Agricultura de menor escala, una labor con gran incertidumbre

A esto se suma el rechazo de los consumidores por algunos productos debido a un tamaño o una forma inusual. Por ejemplo el tomate: se ha evidenciado que el 45% de las amas de casa rechazan este vegetal por tener un tamaño pequeño. Sin embargo, tanto el tomate grande como el pequeño tienen los mismos beneficios y propiedades e implican el mismo esfuerzo de producción.

Otro ejemplo que es característico de los agricultores es la vergüenza que causa una papa pequeña, o ‘papin’ como ellos la llaman. El 65% de los papicultores prefieren regalarlas para comida de animales. Lo que ellos no saben es que los restaurantes gourmet y donde venden comida de autor, prefieren esta papa pequeña, la cual venden como premium y a muy alto costo.

El estudio de Sinnetic, respalda el hecho que hay cada vez menos agricultores pequeños, con tierras inferiores a cinco hectáreas, dispuestos a empeñar sus terrenos para afrontar deudas. Estos prefieren poner como prenda de garantía la cosecha u otros bienes. Esto indica un arraigo motivacional a su labor, la cual deja ver la esperanza y fe que guarda el productor que siempre piensa que las cosas pueden ser mejores y cambiar.

Finalmente, para Sinnetic existe un riesgo muy grande generado por el cierre de la cesión intergeneracional de la labor agrícola, lo cual genera que la vocación agrícola, las tradiciones, las costumbres y los conocimientos ancestrales no se transmitan a las próximas generaciones, dejando abierta una pregunta: ¿quién va a dedicarse a la agricultura en el futuro?