Lo que se propone desde la U.N. es que el proceso se haga in vitro y no con animales experimentales. Fuente Agencia de noticias U.N.

El objetivo de los antisueros es que sean tratamientos para picaduras o mordeduras de animales ponzoñosos como las serpientes. Fuente Agencia de noticias U.N.

“A nivel internacional se ha cuestionado el manejo de animales para experimentación (por ejemplo ratones, cobayos o conejos) y sobre todo cuando es necesario inducir la muerte de los mismos, por lo cual se requiere el diseño de otros métodos que eviten utilizar a estos seres vivos”, cuenta el profesor Milton Crosby, del Departamento de Farmacia de la Institución.

Dado el planteamiento investigativo relacionado con el uso de animales en el mundo, él y la también investigadora Diana Ibargüen buscaron la forma de adelantar trabajos con antisueros, unos productos biológicos utilizados para el tratamiento de picaduras o mordidas por animales ponzoñosos.

Para esta ocasión, los investigadores se inclinaron por establecer las dosis terapéuticas de los antiofídicos, es decir, que se enfrenten al veneno inoculado por la mordida de serpientes, induciendo la neutralización de las toxinas y el uso de anticuerpos provenientes de equinos.

Para obtener los antisueros provenientes de los caballos fue necesario inmunizar los equinos utilizando metodologías convencionales, así mezclando veneno con hidróxido de aluminio y/o aceites minerales, y una metodología alternativa diseñada por los investigadores que incluye vitamina E y un complejo de veneno de serpiente, con el objeto de disminuir el daño en el tejido causado por la inmunización con este tipo de toxinas.

Se establecieron las pruebas con dos equinos para la metodología tradicional y dos para la propuesta hecha desde la universidad. A pesar de que sigue siendo más efectivo utilizar como adyuvante el hidróxido y el aceite para la formación de anticuerpos, se tomaron en cuenta ambos mecanismos para la correlación entre las pruebas in vivo e in vitro.

A partir de estos datos y muestras, para determinación de la DL50 (es decir, dosis de veneno para inducir muerte en el 50 % de los animales de experimentación), se estableció en pruebas in vivo la concentración de veneno entre 30 y 35 microgramos (µg, la millonésima parte de un gramo) por animal de 20 a 25 gramos de peso.

Esta correlación se hizo con las pruebas in vitro utilizando un formato Elisa, que tiene como principio la técnica de neutralización del veneno. Para este formato se utilizó una concentración de veneno equivalente a la DL50 de la cual se prepararon diluciones seriadas hasta 0.5 µg de veneno, siendo estas mezcladas con 400 microlitros de una dilución de antisuero.

Esta prueba permitió detectar el exceso de anticuerpos y la cantidad de veneno a la máxima dilución del mismo, calculada entre 30 y 32 microgramos.

“Hay un desfase entre 3 y 5 %, con respecto a la metodología in vivo, lo cual es aceptable en este tipo de técnicas y que llevaría a que serían similares a las que se utilizan en animales”, señala el profesor Milton Crosby.

Adicionalmente, comenta el académico, se pudo definir el momento en que quedan anticuerpos libres luego del proceso de neutralización. En los cuatro especímenes ensayados se observó este punto entre 2 y 4 microgramos de anticuerpo y en las pruebas in vitro este dato no supera los 5 microgramos.

Con estos resultados, concluye el investigador, se busca estar acorde con los lineamientos internacionales de obviar el uso de animales experimentales y reducirlo en estos ensayos.