De los 1.6 millones de litros de etanol que produce a diario Colombia para producir biocombustibles y cervezas, entre otros insumos, quedan 16 toneladas de desechos con potencial para la alimentación y nutrición animal.
Expertos de la UN identificaron que la Saccharomyces boulardii y la Saccharomyces cerevisiae son dos levaduras específicas que sirven para, por ejemplo, mejorar el peso y el buen comportamiento digestivo de las aves.
De esa forma, Rolando Barahona, investigador del Departamento de Producción Animal de la UN en Medellín, cuenta que “los residuos de banano que no se consumen dentro de la cadena productiva, se procesan a través de un método ya patentado por al UN”.
La técnica consiste en fabricar unos jarabes sobre los cuales se produce el etanol y las levaduras; los restos que quedan de este proceso son los utilizados para alimentar a los animales.
Explica que la intención es manejar estos residuos o levaduras como suplemento o aditivo en la dieta más allá de la función alimenticia, pues resultan ser un medio terapéutico de protección y salud, dado que funcionan como probióticos, es decir, ayudan a que no entren infecciones en el tracto digestivo y evita que bacterias patógenas colonicen el organismo.
El docente destaca que la propuesta tiene características económicas porque utiliza un desecho para alimentar animales y, además, generará mayor producción del sustento alimenticio en las personas, ya sea huevos o carne.
Asimismo, las ventajas ambientales son grandes por tratarse del aprovechamiento de un recurso que en ocasiones no es bien utilizado.
Si bien, la alternativa se podría aplicar con diferentes seres vivos, el proyecto se enfocó en las aves por la facilidad de experimentar con pequeñas cantidades de materia prima y porque pueden dar resultados rápidamente.
El proyecto fue patrocinado por Colciencias y en él participaron los grupos de investigación en Bioprocesos y Flujos reactivos de la Facultad de Minas y el Grupo Biogem de Ciencias Agrarias de la UN en Medellín.
Un equipo de investigación del IFAPA Rancho de la Merced de Jerez de la Frontera y la Universidad de Cádiz ha confirmado que la genética y la climatología influyen en la producción de ciertos compuestos en el vino. Los resultados del estudio contribuyen a la creación de caldos más cercanos a los gustos del mercado, al mismo tiempo que garantiza el control de otras sustancias que pueden ser tóxicas.
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Una nueva versión de la carne cultivada en laboratorio infunde células de vaca en granos de arroz.
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El alumnado divulgará en redes sociales contenidos aprendidos en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición.