Esa es una de las hipótesis más sobresalientes de Sonia Edith Hortua, investigadora del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), y que desarrolla en su libro Representaciones discursivas sobre la palma de aceite 2002-2012: análisis crítico del discurso desde una perspectiva ambiental.
Según su autora, la agroindustria ha podido establecerse (tanto por actores legítimos como ilegales), debido a que sus dinámicas asociadas al desplazamiento o al despojo, enlazadas con el entorno palmero, son ambiguas, no aparecen en los medios, “o simplemente tratan de invisibilizarse para que no haya cuestionamientos”.
Como producto de su tesis de Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo de la U.N., la académica analiza cómo fue manejado el discurso sobre la palma de cera durante esa década, con base en lo publicado en dos de los diarios más importantes del país: El Tiempo y El Espectador.
Para ello, la investigadora Hortua analiza 192 artículos, entre ellos: noticias, informes, columnas de opinión y más; en los cuales –solo por citar un ejemplo– la palabra ‘biodiversidad’ aparece únicamente cinco veces en esos diez años, lo que “demuestra que el tema realmente no importa o bien se quiere ocultar”, explica esta profesional en lenguaje y estudios socioculturales.
El tema de la palma de aceite, entre los años 2002 a 2012, fue tratado en 144 artículos de El Tiempo, según los archivos digitales, y en 48 textos de El Espectador; si se compara la cantidad, esta última es menor esencialmente porque antes del año 2007, este periódico era semanario.
Una de sus conclusiones principales es que en relación con las oportunidades económicas en agroindustria, las ganancias y atributos mercantiles del producto se enaltecen de forma preponderante en el discurso mediático. Sin embargo, en relación con los valores ambientales, impactos, inequidades sociales y diversas problemáticas ligadas al mismo producto, la temática es minimizada y poco tratada, cuando no ignorada.
Adicionalmente, otro de sus hallazgos más importantes es que ese mismo lenguaje mediático promueve la imagen del campesino como “empresario con acceso a capital, a crédito, a las sociedades” en los casos en que busca resaltar las bondades de este tipo de cultivos, no obstante, cuando a este no se le incluye en las dinámicas de los negocios de la palma, es presentado como el labriego “pobre, sin proyección ni oportunidades, analfabeta”, para así justificar que esta agroindustria en particular es muy buena.
Lo que se expone en las noticias, anota la investigadora, es que el modelo agroindustrial basado en la palma de aceite ha traído empleo, capital, inversión. Sin embargo, subraya, las utilidades quedan mal repartidas.
El libro, aclara su autora, no busca “satanizar” la actividad de la palma. Pero enfatiza en que no hay que perder de vista la expansión de esta labor, ya que no es 100 % incuestionable. Además, genera ciertos impactos sociales a causa de sacrificios realizados con el fin de que la agroindustria pueda establecerse fácilmente, mediante el empleo de modelos que pueden perpetuar las inequidades y la pobreza, sin mencionar sus efectos ecosistémicos.
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Día Internacional de la Madre Tierra - 22 de abril
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