Los investigadores del Instituto de Minerales (Cimex) de la Facultad de Minas, Ana Cecilia Gaviria Cartagena (q.e.p.d.), Óscar Jaime Restrepo Baena y Moisés Oswaldo Bustamante Rúa, diseñaron un procedimiento innovador para la determinación de metales preciosos a través de muestras minerales que se valoran en laboratorio.
A pesar de ser una actividad que genera ingresos al país, la explotación de este recurso no cuenta con tecnología de punta que permita alcanzar mayor eficiencia y sostenibilidad ambiental. Además, se promueve poco la innovación dentro de la cadena de producción del oro.
Esta situación se presenta también al explorar el potencial aurífero de un depósito en la evaluación de sus reservas. Para este ejercicio, tradicionalmente se configura un esquema en el que se relacionan los modelos geológicos y la experticia de los geólogos e ingenieros de minas, con la evidencia de trabajos previos, por ejemplo en un paleocauce (antiguo cauce de un río) o explotaciones de vetas acuíferas.
De esta manera, “se mapea el terreno y establecen las posibles zonas para hacer cateos (pruebas) directos a través de perforaciones. Todo esto se realiza sin tener la certeza de que el resultado sea positivo”, señala el investigador del Cimex.
El profesor Bustamente explica que cuando la muestra llega al laboratorio, esta se prepara a través de un protocolo estandarizado. Posteriormente, gracias a una estrategia de separación física o gravitacional aíslan el oro nativo. Después, a través de un proceso pirometalúrgico (alta temperatura para fundir la muestra), separan el oro y la plata. Por último, realizan un procedimiento hidrometalúrgico, ideal para extraer, purificar y recuperar metales preciosos”.
Como la corteza terrestre es cambiante, el oro o la plata no siempre están acompañados por los mismos minerales. Por eso y sin tener en cuenta las recetas clásicas de los laboratorios, que manipulan de la misma manera las muestras, los investigadores utilizan diferentes tipos de preparaciones según la mena (mineral del que se extrae un elemento, generalmente metales).
En otras palabras, amplía el experto, si la muestra llega con sulfuros se prepara de una manera o si tiene grafito se prepara de otra. Por eso, “el protocolo diseñado prevé el tratamiento selectivo de acuerdo a los minerales que acompañan a las menas, pues se trata de evitar distorsiones en la cuantificación”, subraya el profesor.
Así, la metodología del Cimex permite una reducción del 70 % en la fuerza del trabajo y del tiempo en el análisis (de 15 días se pasa a cuatro). Además, los errores estadísticos no superan el 3 % en la mayoría de los casos, y disminuyen los errores en la valoración de los tenores o las leyes (medida que describe el grado de concentración de minerales preciosos) en los minerales auríferos y argentíferos.
Efecto pepita
El oro tiene dos procedencias de acuerdo a los yacimientos, unos son de depósitos aluviales, cuando un material ha sido transportado por ríos o flujos de agua superficial; el otro procede de minerales cristalizados en macizos rocosos, que no han sufrido alteraciones ni metamorfismos, y por tanto se encuentra en filones o en vetas.
Para la determinación de ese metal, según la procedencia y la génesis de los depósitos, es posible encontrar oro libre o nativo y otro tipo de menas acuíferas, asociado a sulfuros.
El oro nativo, que se encuentra principalmente en los aluviones, tiende a generar errores en la cuantificación de este metal, conocido como efecto pepita. Para intentar superar este escollo, tradicionalmente se incrementa el número de muestras, lo que resulta más costoso, pues se requiere de una estrategia logística y el uso de reactivos y energía.
Para el profesor Bustamante, esta nueva tecnología permitirá no solo precisar las zonas donde existen depósitos de oro y plata, gracias a los óptimos resultados que esta ofrece, a través de la medición del efecto pepita en los relaves, también se espera que las compañías legales realicen mayores esfuerzos por extraer el oro que se pierde. De esta manera, quizá, podría evitarse la concesión de nuevas licencias mineras.
Se estima que el mineral tendría un valor superior a los 6600 millones de pesos en el mercado ilegal internacional.
Alrededor de 196 millones de pesos al mes lograban recaudar como producto de la venta ilícita de esta producción.
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