Investigadores del grupo Prisma de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Manizales avanzan en el diseño de tal proceso teniendo en cuenta que dos de las formas tradicionales de obtener este material precioso implican el uso de mercurio o de cianuro, sustancias altamente contaminantes y potencialmente letales.
En Colombia la obtención del oro se realiza a través de procesos físicos y químicos, pero cerca del 90 % se hace mediante cianuración, explica Bayron Ramos García, ingeniero químico y candidato a magíster en Ingeniería Ambiental de la U.N. Sede Manizales.
La extracción del oro, que suele alojarse en la corteza terrestre en macizos montañosos, implica un proceso que en ciertos casos incluye romper grandes rocas hasta triturarlas. Estas se muelen y someten a una etapa inicial de extracción por procesos físicos, y luego se llevan a tanques o piscinas en los que se les agrega cianuro de sodio para obtener la mayor cantidad posible de oro.
El ingeniero químico señala que en el país este método produce vertimientos con alto contenido de cianuro que en algunas empresas no se tratan de manera óptima, o simplemente no se tratan.
Uno de los factores que está influyendo en el incremento del uso del cianuro para extraer oro en Colombia es la prohibición de emplear mercurio, aprobada en la Ley 1658 de 2013. La medida empezará a regir en siete años para el sector industrial, y en dos años para el minero.
“Cuando se aprobó esta normativa el país ocupaba el primer lugar en América Latina y el tercero en el mundo en el uso de mercurio”, destaca la profesora Izabela Dobrosz-Gómez, del Grupo de Investigación en Procesos Reactivos Intensificados con Separación y Materiales Avanzados (Prisma) de la U.N. Sede Manizales.
Según la docente, esta situación obliga a la industria minera a buscar alternativas sostenibles y eficientes para reducir y eliminar el cianuro de sus vertimientos.
Por eso, investigadores del grupo Prisma avanzan en el diseño del método mencionado, para lo cual se implementaron análisis que miden la concentración de cianuro, además de otros parámetros relacionados con la calidad del agua, como por ejemplo la demanda química de oxígeno y de carbono orgánico total.
En el laboratorio también se desarrolló el montaje de un sistema de reacción a escala, usado en primera instancia con muestras sintéticas de cianuro, y luego probado con aguas residuales industriales.
Guillermo Gaviria López, candidato a magíster en Ingeniería Química, explica que para el trabajo se visitaron empresas de la región dedicadas a la extracción de oro con cianuro, donde se tomaron muestras de las aguas residuales que producen.
Después de la medición en el laboratorio se detectaron concentraciones de unos 2.000 miligramos de cianuro por litro (mg/l), una carga bastante alta si se tiene en cuenta que la legislación actual (resolución 631 de 2015) fija el máximo de tales concentraciones en un miligramo por litro en aguas residuales mineras.
Para extraer el oro, metal no soluble en el agua, se necesitan aproximadamente 350 mg/l de cianuro, aunque este valor puede variar dependiendo del contenido de oro en el mineral original. “Se trata de un proceso muy lento cuya eficiencia de extracción oscila entre el 50 % y el 75 %. Por esa razón es necesario usar cianuro en exceso”, señala el profesor Miguel Ángel Gómez, del grupo Prisma.
Los resultados obtenidos con el tratamiento desarrollado mostraron que se alcanza el 99 % de oxidación de cianuro en soluciones acuosas con concentraciones iniciales menores o iguales a 2.000 mg/l. Así mismo, la demanda química de oxígeno y de carbono orgánico total disminuyen entre el 72 % y el 95 %.
“Se busca que este tratamiento sea capaz de mineralizar el cianuro: transformarlo en nitrógeno y en dióxido de carbono, sustancias que se encuentran comúnmente en los ecosistemas y no generan efectos negativos sobre estos”, manifiesta la profesora Dobrosz-Gómez.
Los resultados obtenidos suponen un importante avance en la búsqueda de alternativas que permitan recuperar aguas contaminadas con cianuro. Sin embargo la implementación del proceso diseñado por la U.N. Sede Manizales requiere del interés de la industria, la academia, el Gobierno y, por supuesto, de las comunidades afectadas, para realizar una minería responsable.
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