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2017-10-27Ideas principales de la publicación sobre seguridad alimentaria 2017 de la FAO

FAO |Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2017.

Mensajes principales

Las últimas estimaciones de la FAO dan cuenta de un aumento de la subalimentación a nivel global, aumentando en el último año 38 millones de personas, pasando de 777 millones en 2015 a 815 en 2016, siendo el 11% de la población global.

ALC sigue esta tendencia. En 2016 una prevalencia de la subalimentación de 6,6% (en 2015 era de 6,3%). Esto es, 42,5 millones de personas no cuentan con los alimentos necesarios para cubrir sus requerimientos energéticos diarios, un incremento de 2,4 millones de personas en comparación con 2015.

En Sudamérica el hambre pasó de afectar al 5% de la población regional en 2015 a 5,6% en 2016. En Mesoamérica (Centroamérica + México) la proporción de personas con hambre cayó de 6,7% en 2015 a 6,5% en 2016. En el Caribe también cayó de 18,4% en 2015 a 17,7% en 2016%.

Cabe destacar que, a pesar del aumento de la prevalencia de subalimentación a nivel regional, 21 países presentaron una caída en su proporción de personas subalimentadas en el periodo 2014-2016.

En 2014-2016, Venezuela vio un alza de 1,3 millones personas subalimentadas, Argentina y Perú también registraron aumentos de 0,1 millones de personas en ambos casos. Bolivia, Chile, Ecuador y Paraguay mantuvieron el número de personas subalimentadas entre 2013-15 y 2014-16, mientras que Colombia logró reducir su número de personas subalimentadas de 3.7 a 3,4 millones en el mismo periodo.

En 2014-16, Haití es el país de la región que presenta una mayor proporción de subalimentación, con casi el 47% su población, lo que equivale a casi 5 millones de haitianos. Antigua y Barbuda, Bolivia y Granada presentan tasas de subalimentación superiores al 20%.

En 2014-16, Brasil, Cuba y Uruguay presentan una proporción de personas subalimentadas inferior al 2,5%. Los que le siguen son Argentina, Barbados, Chile, México, y Trinidad y Tobago, que tienen una prevalencia de subalimentación igual o inferior al 5% de su población.

La prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o severa, indicador basado en la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES en inglés), se refiere a la capacidad de las personas para acceder a los alimentos. Es un indicador que complementa al indicador de subalimentación y permite mejorar la caracterización del hambre.

La desnutrición crónica (retraso en el crecimiento) es reflejo de las deficiencias acumulativas de la salud o la nutrición a largo plazo, resultado de condiciones sanitarias, nutricionales y alimentarias inadecuadas.

En ALC la desnutrición crónica se ha reducido de 24,5%, en 1990 a un 11% en 2016, sin embargo, aún 5,9 millones de niños se encuentran afectados por la desnutrición crónica (en 2016).

En 2016, el 9,5% de la población infantil sudamericana está afectada por la desnutrición crónica, esto es 3,2 millones de niños. En Mesoamérica la desnutrición crónica afecta al 15,4% de los menores de 5 años, 2,5 millones de niños. En el Caribe se presenta la prevalencia más baja en comparación a las otras subregiones, de 5,3%, lo que equivale a cerca de 200 mil niños.

La mayoría de los países de la región presenta una reducción en la tasa de desnutrición crónica. Guatemala presenta la mayor prevalencia de desnutrición crónica en menores de 5 años, con 46,5% en la última medición disponible (2015). Nicaragua (2006) y Honduras (2012) superan el 20%, mientras que Belice (2011) y Panamá (2008) se encuentran en torno al 19%.

La desnutrición aguda afecta al 1,3% de los niños (el promedio global es de 7,7%).

El sobrepeso infantil en ALC afecta al 7% de los niños menores de 5 años, cifra superior al promedio mundial (6%), afectando a 3,7 millones de niños.

La obesidad es un fenómeno cada vez más generalizado en la región. 24 países de América Latina y el Caribe presentan una proporción de personas obesas en valores cercanos o superiores al 20% de la población.

Todos los países de ALC han incrementado sus tasas de obesidad en adultos entre los años 1980 y 2014, siendo un fenómeno más extendido en mujeres.

La erradicación del hambre y todas las formas de malnutrición están estrechamente relacionadas con las características de los patrones alimentarios.

La región se ha caracterizado a lo largo de las últimas décadas por disponer de alimentos más que suficientes para cubrir los requerimientos de su población.

Si bien el aumento de la oferta alimentaria es necesario para garantizar la suficiencia, no asegura que la población consuma una alimentación balanceada, que aporte la cantidad adecuada de nutrientes necesarios para mantener un peso adecuado y llevar una vida activa y saludable.

En este sentido, una alimentación saludable es un elemento fundamental para la erradicación de todas las formas de malnutrición y para prevenir las enfermedades no transmisibles.

La producción de alimentos no es la única vía por la cual los países construyen su oferta nacional; la producción interna es un factor importante, aunque no es el único.

El comercio juega un rol importante en el abastecimiento a nivel regional.

La región es exportadora neta de alimentos y productos agrícolas.

El comercio es importante para la seguridad alimentaria y nutricional, sin embargo, los efectos que este puede tener sobre la oferta de alimentos son heterogéneos, y es necesario tener en cuenta un conjunto amplio de variables en el análisis.

ALC ha venido enfrentando una coyuntura económica desfavorable en los últimos años. Desde el año 2012 se observa una desaceleración del crecimiento del PIB y, a partir del 2015, un decrecimiento, llegando a un -1,3% durante el 2016.

Lo anterior es explicado, en gran parte, por la importante disminución en el precio de los productos básicos en los mercados internacionales, lo que ha afectado principalmente a los países de Sudamérica, que en su mayoría son exportadores de estos productos.

Situación que ha repercutido en el empleo y la pobreza.

La tasa de desempleo urbano de ALC en 2016 llegó al 8,9%, un aumento de 1,6 puntos porcentuales respecto de la de 2015, que fue de 7,3%.

Desde 2013 se observa un estancamiento en la reducción de la pobreza y aumentos en los últimos años. Así el número de personas en esta situación aumentó de 166 millones a 175 millones entre 2013 y 2015 (CEPAL).

En ALC, la tasa tanto de pobreza como de pobreza extrema es mucho mayor en las zonas rurales que en las urbanas. Aunque esta brecha ha ido reduciéndose en los últimos años. Según CEPAL, para el 2014 la pobreza extrema rural es de 27,6% y la urbana es de 8%, mientras que la pobreza rural es de 46,2% y la urbana es de 23,8%.

Los sectores más vulnerables asignan una mayor proporción de sus ingresos a la compra de alimentos, y tienen a su vez una menor capacidad de ahorro.

No todos los países alcanzan a cubrir el costo de una canasta básica de alimentos (CBA) familiar con los ingresos provenientes de un salario mínimo: algunos necesitarían más del doble para hacerlo.

Además, se debe considerar que no todas las necesidades básicas de una familia están incluidas dentro del costo de una CBA, por lo tanto, pequeñas variaciones en los precios pueden poner en riesgo la seguridad alimentaria y nutricional del grupo familiar.

Las dificultades en el acceso a infraestructura básica de agua potable y saneamiento es una de las causas subyacentes de la malnutrición, especialmente en niños.

Tanto la calidad como cobertura de estos servicios ha mejorado a lo largo del tiempo en ALC, aún persisten desigualdades.

Actualmente el 96% de la población de ALC cuenta con acceso a servicios de agua potable básico y mejorado, el 86% a servicios de saneamiento básico y mejorado, siendo la población rural pobre aquella con menor cobertura. Aunque la brecha existente entre las áreas rurales y urbanas se ha reducido.

La frecuencia de desastres naturales (climatológicos y geofísicos) muestra una tendencia creciente, siendo la población rural y los pequeños productores quienes se ven afectados en mayor medida por estos eventos, ya que sus medios de vida dependen en gran parte de recursos que se ven afectados por los desastres naturales.

En el último tiempo, los desastres naturales en América Latina y el Caribe, han estado marcados fuertemente por el fenómeno de El Niño.

Preguntas y respuestas

1. ¿Por qué aumentó el hambre en América Latina y el Caribe a partir del 2015? ¿Qué factores hay tras la tendencia?

Estamos ante una tendencia de naturaleza global. El aumento del hambre a nivel mundial se puede explicar por una variedad de razones: muchos países han experimentado reducciones en la disponibilidad de alimentos y aumentos de los precios de los mismos, afectados por fenómenos relacionados con las corrientes del Niño o de la Niña, particularmente en África austral y occidental y en el Sudeste asiático.

De especial preocupación ha sido el aumento de conflictos en los últimos 10 años, sobre todo en países que estaban enfrentando situaciones de inseguridad alimentaria. Por lo general, los conflictos afectan en mayor medida las zonas rurales, lo que impacta negativamente la producción y la disponibilidad de alimentos. Esto ha sido particularmente notorio en África y en países del Cercano Oriente.

El hambre en América Latina y el Caribe aumentó de 40,1 millones de personas en 2015 a 42,5 millones de personas en 2016, de 6,3 por ciento a 6,6 por ciento, luego de permanecer estancada en 6,3 por ciento desde 2013.

Esto ha ocurrido en un contexto de desaceleración y contracción económica que se acentuó en 2016, lo que ha llevado a una reducción de la disponibilidad de divisas y de los ingresos fiscales. La disminución de la capacidad de importación de alimentos ha afectado la disponibilidad alimentaria. También se ha disminuido el acceso a los alimentos al haber una reducción del espacio fiscal para proteger a los sectores más vulnerables contra el aumento de los precios domésticos de los alimentos, deteriorándose así tanto la pobreza como el empleo en la región.

Gran parte del aumento del hambre de la región se explica por la situación de Sudamérica, que tiene un gran peso en términos territoriales, demográficos y económicos, por lo que tiende a influir en mayor medida en el promedio regional.

Esta subregión registró un aumento importante de la proporción de personas subalimentadas, pasando de 5 por ciento en 2015 a 5,6 por ciento en 2016, aunque el cambio en la tendencia comenzó a ser evidente a partir del 2014. Si en 2013-2015 el hambre afectaba a 20 millones de sudamericanos, para 2014-2016 este número había crecido hasta 21,5 millones.

Por el contrario, El Caribe y Centroamérica han mantenido la tendencia a la baja. En el Caribe el hambre bajó de 18,4 por ciento en 2015 a 17,7 por ciento en 2016.

En Centroamérica, bajó de 6.7 por ciento a 6,5 por ciento de 2015 a 2016. Estas dos subregiones se vieron menos golpeadas que Sudamérica por el contexto económico adverso, y Sudamérica además experimentó mayores tasas de inflación entre 2014 y 2016.

2. En el futuro próximo, ¿se espera un recrudecimiento de esta tendencia, o hay señales de que el hambre puede volver a bajar?

Las perspectivas para revertir esta tendencia son favorables, dado que se espera una recuperación de la economía, así como una desaceleración en el crecimiento de la tasa de inflación, aspectos que se observan ya desde 2016.

Cabe destacar que a pesar del aumento de la prevalencia de subalimentación a nivel regional, 21 países presentaron un mejoramiento en sus cifras de hambre, ya que registraron una disminución en la proporción de personas subalimentadas en el periodo 2014-2016.

Sin embargo, la región aún enfrenta una serie de riesgos, entre los cuales cabe mencionar especialmente el cambio climático y los desastres naturales, como los recientes huracanes que han afectado zonas importantes del Caribe y Mesoamérica.

Aunque será necesario esperar un tiempo para evaluar los efectos, tanto de la recuperación económica como de los riesgos que la región enfrenta, es evidente que buena parte de la responsabilidad en revertir la tendencia recae en los países de ALC - sus gobiernos, sociedades civiles y sectores privados -, los cuales deben profundizar la implementación de iniciativas de carácter social enfocadas en la erradicación del hambre y la malnutrición. La experiencia del 2000 al 2010 muestra que el crecimiento económico es una condición importante, pero no suficiente para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional.

3. ¿Qué tiene que hacer la región para revertir la tendencia al alza del hambre?

El compromiso político que ha mostrado la región frente al desafío de erradicar el hambre y la malnutrición es, sin duda, la base para retomar el buen camino y avanzar hacia el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), hambre cero.

Este compromiso debe traducirse en políticas y programas apoyados con recursos suficientes para hacer frente a las causas subyacentes del hambre y la malnutrición: la pobreza, la desigualdad y la alimentación inadecuada y poco saludable, entre otras. De la misma manera, es importante que para los países afectados por un contexto económico adverso, se protejan los programas sociales que incorporan iniciativas específicas de seguridad alimentaria. Las políticas sociales contra-cíclicas son vitales para prevenir el hambre en los grupos más vulnerables.

Es muy importante que estas iniciativas se enfoquen especialmente en los territorios más afectados dentro de cada país, de modo de enfrentar estas problemáticas sociales en los núcleos más persistentes de hambre y malnutrición. Estos territorios deben ser priorizados para lograr la erradicación del hambre y la malnutrición.

Estos esfuerzos deberán ser abordados de forma intersectorial, con la participación amplia y responsable de todos los actores involucrados y con un compromiso cada vez mayor del sector privado.

Al ser el hambre y la malnutrición un problema multidimensional, y transversal a las sociedades, su solución pasa también por enfrentarlos de manera coordinada y participativa, creando sistemas alimentarios cada vez más sostenibles, sanos y sensibles a la nutrición.

4. ¿Qué explica el deterioro que la FAO anuncia para Sudamérica? ¿Venezuela responde por casi la totalidad del retroceso?

Sudamérica ha enfrentado un panorama adverso desde 2014, sufriendo una contracción económica desde 2015. Se ha visto fuertemente afectada por la baja en el precio de las materias primas, que son sus principales productos de exportación, además de enfrentar procesos de inestabilidad e incertidumbre política.

En lo específico, la contracción económica tiene un doble efecto en la situación de inseguridad alimentaria en los países afectados. Primero porque impacta en la disponibilidad de divisas que son necesarias para importar alimentos y, segundo, porque merma los recursos fiscales que los Gobiernos disponen para la ejecución de programas sociales y con los cuales se protege la situación alimentaria de la población más vulnerable, más aún si no se cuenta con fondos de ahorro que permitan la ejecución de políticas contra-cíclicas.

La República Bolivariana de Venezuela no es el único país que ha experimentado un alza en la subalimentación, pero sí es el país que muestra el aumento más significativo, tanto en la subregión como en América Latina y el Caribe.

Sudamérica sufrió un aumento de 1,5 millones las personas afectadas por el hambre entre 2013-15 y 2014-16. En el mismo periodo Venezuela vio un alza de 1,3 millones.

Argentina y Perú también vieron retrocesos en su seguridad alimentaria, aunque en ambos casos el aumento fue de 0,1 millones de personas en el periodo.

El Estado Plurinacional de Bolivia, Chile, Ecuador y Paraguay mantuvieron el número de personas subalimentadas entre 2013-15 y 2014-16, mientras que Colombia logró reducir su número de personas subalimentadas de 3.7 a 3,4 millones en el mismo periodo.

Brasil y Uruguay aún presentan una proporción de subalimentación inferior al 2,5% de su población.

5. En el último Panorama se decía que el hambre afectaba a 34 millones de personas en la región en 2016: ¿Eso significa que hay 8 millones más de personas hambrientas?

No, los datos que hoy se reportan en la edición 2017 del Panorama no son comparables con los datos de ediciones anteriores porque la FAO continuamente revisa sus cifras, tanto actuales como pasadas, cada vez que van apareciendo mejores y más recientes fuentes de información y metodologías. De esa manera, la FAO realiza un trabajo continuo para la mejora de sus estimaciones, lo que ha llevado a disponer de una información más amplia.

6. ¿Cómo se explica la disminución del hambre en Centroamérica y El Caribe?

Si bien Centroamérica y el Caribe enfrentaron un proceso de desaceleración económica en los últimos años, una mayor vinculación comercial con Estados Unidos les ha permitido verse beneficiadas de su recuperación económica.

A ello se suma que la caída en los precios de materias primas implicó para ambas subregiones menores costos de importación. A diferencia de lo ocurrido en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe enfrentaron menores presiones inflacionarias, lo que permitió mantener el poder adquisitivo de la población, en especial de sus sectores más vulnerables.

Finalmente, si bien se mantiene la tendencia en la reducción del hambre, cabe señalar que ésta aún se mantiene en niveles significativos, y que la velocidad de reducción observada en los últimos años no es suficiente para su erradicación en los plazos impuestos en la Agenda 2030. El hambre en el Caribe bajó sólo de 19,9 por ciento en 2010 a 17,7 por ciento en 2016, y en Centroamérica bajó de 7,1 por ciento en 2010 a 6,5 por ciento en 2016.

7. Según las nuevas cifras, la región sólo logró bajar en 20 millones el hambre, no en 30, como habría sido necesario para alcanzar el ODM: ¿La región logró o no esta importante meta?

A la luz de las nuevas estimaciones, la región no ha logrado dar cumplimiento a la meta establecida en la Cumbre Mundial de la Alimentación, que pedía bajar a la mitad el número total de personas afectadas por la subalimentación desde los niveles de 1990.

Sí habría logrado reducir a menos de la mitad el porcentaje de personas subalimentadas, por lo que aún con la nueva serie, la región habría alcanzado la meta relativa al hambre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Pero esas son metas del pasado; ahora la región debe enfrentar el desafío aún mayor de eliminar totalmente el hambre al mismo tiempo que debe acabar con todas las formas de la malnutrición al año 2030, para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

8. ¿Cuáles son los países que vieron un aumento del hambre en el último periodo?

Los países que presentaron incrementos en la prevalencia de la subalimentación entre 2013-2015 y 2014-2016 son: Argentina, Ecuador, El Salvador, Granada, Perú y Venezuela. Venezuela presenta el aumento más significativo, un aumento de 3,9 puntos porcentuales en comparación con 2013-2015. El resto de los países presentaron aumentos de entre 0,1 y 0,3 puntos porcentuales.

9. ¿Cuáles son los países que enfrentan las peores situaciones de inseguridad alimentaria?

Haití es el país de la región que presenta una mayor proporción de subalimentación, con casi el 47 por ciento de su población impedida de cubrir sus requerimientos mínimos alimentarios, lo que equivale a casi 5 millones de haitianos, más de la mitad del total de afectados en todo el Caribe.

Antigua y Barbuda, Bolivia y Granada presentan tasas de subalimentación superiores al 20 por ciento. Es importante destacar que el concepto de inseguridad alimentaria es multidimensional; por lo tanto el indicador de subalimentación por sí solo no es capaz de dar cuenta de toda la amplitud y complejidad del problema. Por ello es que esta medición se complementa en el informe con un conjunto de indicadores que aportan un panorama más detallado.

10. ¿Hay algún país que haya erradicado el hambre o esté cerca de lograrlo?

Brasil, Cuba y Uruguay presentan una proporción de personas subalimentadas inferior al 2,5 por ciento. Los que le siguen Argentina, Barbados, Chile, México, y Trinidad y Tobago, que tienen una prevalencia de subalimentación igual o inferior al 5 por ciento de su población.

Es necesario tener en cuenta que, si bien se ha avanzado sustancialmente en la precisión del indicador de la subalimentación, en los países con una gran población, proporciones pequeñas pueden equivaler a un número de personas muy significativo.

11. ¿Hay países que hayan visto una mejora en sus cifras?

21 países presentaron una disminución en la prevalencia de subalimentación en el último trienio de la estimación. Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, El Estado Plurinacional de Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Dominica, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Surinam, y Trinidad y Tobago.

12. ¿El Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la CELAC está teniendo efectos en la región?

El Plan SAN CELAC es una hoja de ruta que compromete a los países con la meta de la erradicación del hambre. Además, entrega orientaciones de política de mediano y largo plazo para alcanzar este objetivo.

Considerando que el Plan fue ratificado en 2015, los impactos no siempre se pueden observar en un periodo de tiempo corto. Esto no implica, bajo ninguna circunstancia, que el alza actual del hambre no sea un llamado de atención a los países de la CELAC para que aumenten sus esfuerzos.

El Plan SAN CELAC no es un instrumento de política rígido y fijo. Son los propios países los que deciden el rumbo de sus políticas para enfrentar el hambre y la malnutrición, bajo la orientación general del Plan SAN CELAC.

En el contexto actual de incremento del hambre, este Plan constituye una base ideal para hacer los cambios necesarios en las áreas y territorios que presentan mayores falencias, así como para profundizar los esfuerzos en aquellas políticas que han dado buenos resultados.

El hecho de que 21 países de la región hayan mostrado caídas en su prevalencia de subalimentación nos entrega, por tanto, un dato esperanzador. La mayoría de los países de la región se encuentran por el buen camino, y el Plan SAN CELAC es el vehículo ideal para fortalecer los lazos de cooperación en políticas públicas entre los países de la región necesarios para enfrentar juntos esta situación adversa.

13. ¿Cómo se explica que aumente el hambre, pero al mismo tiempo caiga la desnutrición infantil en la región?

En una mirada de largo plazo, tanto la subalimentación como la desnutrición crónica infantil han presentado una tendencia a la baja en las últimas décadas, a pesar de que en los últimos periodos la subalimentación se haya alejado de esta tendencia positiva.

La subalimentación es una estimación de privación energética para la población nacional de un país. La desnutrición crónica, en cambio, es una medición antropométrica en niños menores de 5 años que presentan una baja talla para la edad.

Si bien es esperable que ambos indicadores presenten tendencias similares, son conceptualmente diferentes, tanto en su concepción teórica como en sus medios de medición. Así, la subalimentación tiende a capturar algunos factores más coyunturales de la falta de alimentos, mientras que la desnutrición crónica da cuenta de las consecuencias de una privación crónica de alimentos sostenida en el tiempo. Más allá de esto, el hambre es solo uno de una serie de otros determinantes de la desnutrición infantil.

Finalmente, la frecuencia con la que se realizan las encuestas de salud que proveen la información necesaria para el cálculo de la desnutrición se realizan cada cinco o diez años, dependiendo del país, y por tanto existen diferencias temporales que deben tenerse en cuenta al interpretar ambas series.

14. ¿En qué países sigue existiendo alta desnutrición infantil?

La mayoría de los países de la región presenta una reducción en la tasa de desnutrición crónica. Guatemala presenta la mayor prevalencia de desnutrición crónica en menores de 5 años, con 46,5 por ciento en la última medición disponible (2015). Nicaragua (2006) y Honduras (2012) superan el 20 por ciento, mientras que Belice (2011) y Panamá (2008) se encuentran en torno al 19 por ciento.

15. ¿Cuál es la situación de la obesidad en la región de América Latina y el Caribe?

La obesidad es un fenómeno cada vez más generalizado en la región. 24 países de América Latina y el Caribe presentan una proporción de personas obesas en valores cercanos o superiores al 20% de la población.

Todos los países de ALC han incrementado sus tasas de obesidad en adultos entre los años 1980 y 2014, siendo un fenómeno más extendido en mujeres.

Las consecuencias que acarrean el sobrepeso y la obesidad son graves, e incluyen la mayor probabilidad de desarrollo de enfermedades no transmisibles (ENT).

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