El Lago de Tota es una fuente hídrica de gran importancia a nivel regional y nacional dado su valor ambiental y económico, este último representado por actividades agrícolas, pecuarias y piscícolas. Estas actividades han contribuido a la contaminación observada en la actualidad, siendo esta una problemática ambiental en constante ascenso, donde la salud, el desarrollo de las comunidades y los procesos ecológicos, se han visto afectados. De hecho, el Lago de Tota ha sido catalogado como uno de los ecosistemas más amenazados del planeta por la red mundial de humedales. A pesar de la problemática ambiental que representa la contaminación del Lago, son muy pocos los estudios que indagan acerca del daño genético generado por la exposición a los agentes tóxicos presentes en esta cuenca. A este respecto un modelo biológico óptimo para estudios de genotoxicidad lo constituye el pez cebra, dada su alta homología genética con el humano, así como su capacidad de regeneración, adaptación y respuesta inmune ante altas concentraciones de compuestos químicos como los plaguicidas. Esta revisión se enfoca en reportes recientes sobre la contaminación del Lago de Tota y en el uso de modelos biológicos para estudios de genotoxicidad.
1. INTRODUCCIÓN
El lago de Tota es catalogado como la cuenca con mayor extensión en el país y la segunda en Suramérica. Se encuentra ubicado en el Departamento de Boyacá específicamente entre los municipios de Aquitania, Tota y Cuítiva [1]. Esta cuenca hidrográfica se caracteriza por presentar servicios ecosistémicos de gran trascendencia para la población, entre ellos se destaca: el abastecimiento de agua para el consumo, actividades productivas e industriales y el aprovisionamiento de alimentos [2]. Actualmente es posible evidenciar una serie de problemáticas ambientales que repercuten en la funcionalidad del Lago y, en consecuencia, en las poblaciones que allí habitan. Dentro de las principales fuentes de contaminación del Lago se encuentran la escorrentía de agentes químicos (plaguicidas) empleados en los cultivos de la zona, especialmente de cebolla larga (Allium fistulosum) [1], eutrofización que produce el deterioro de la calidad del agua y las constantes fumigaciones [3].
El uso persistente de plaguicidas se constituye como un grave problema de salud pública a nivel mundial, debido a la morbilidad y mortalidad que estos agentes pueden causar. Dado que los plaguicidas son sustancias que se han empleado para prevenir, destruir, repeler o mitigar plagas tanto en la agricultura como en la lucha contra vectores, su uso ha traído beneficios, pero también ha generado riesgos para el hombre, los animales y el ambiente [4]. Considerando lo anterior, las actividades agroindustriales representan un grave problema de intoxicación con 8245 intoxicaciones reportadas en el año 2013, seguido por 9214 en 2014 y 8732 casos para el 2015 [5].
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