La corrosión del acero al carbono es uno de los problemas más comunes en industrias tales como las de petróleo, gas y producción de energía, donde, además de los medios agresivos, se utilizan diferentes sustancias corrosivas como ácidos [1]. El uso de inhibidores de corrosión se emplea comúnmente y es la forma más económica para proporcionar protección temporal contra la corrosión. Muchos compuestos sintéticos han mostrado buena actividad anticorrosiva. Sin embargo, la mayoría de ellos son altamente tóxicos para los seres humanos y el medio ambiente [2]. Es por ello que hoy en día se investigan e implementan productos naturales como agentes anticorrosivos [3]. En esta investigación se obtiene y evalúa un extracto a partir de la cáscara de la sandía (Citrullus lanatus) como inhibidor de corrosión del acero estructural A36 en medio ácido (HCl 0,5 M) y medio salino (NaCl 3,5 %) a diferentes tiempos de exposición (0, 11 y 24 días). El comportamiento a la corrosión se estudió a partir de pérdida de peso y métodos electroquímicos, como la extrapolación Tafel. Adicionalmente, se realizó un análisis metalográfico de las muestras expuestas a los medios con y sin inhibidor. La estructura se analizó microestructuralmente a través de observación microscópica. Finalmente, se determinó la eficacia del inhibidor.
INTRODUCCIÓN
El empleo de materiales metálicos facilita las condiciones actuales de vida de las personas; sin embargo, la mayoría de los materiales metálicos tiene una elevada susceptibilidad para corroerse [1]. Esto se traduce en grandes pérdidas económicas en los países, mientras que la prevención o la disminución de la velocidad del proceso de corrosión genera importantes inversiones [2].
Uno de los principales métodos para combatir la corrosión es el uso de inhibidores, sustancias que se utilizan en bajas concentraciones en el medio corrosivo, disminuyen o previenen la reacción entre el metal y el medio [3] [4]. Los inhibidores de origen orgánico-sintético son eficientes, no obstante, su naturaleza química los hace persistentes, poco o nulamente degradables, y, en la mayoría de los casos altamente tóxicos [1].
Debido al empleo de estos inhibidores, se ha tenido un impacto ambiental, por lo cual se han buscado nuevas alternativas que reduzcan la velocidad de corrosión de los materiales metálicos y que, además, resulten amigables con el ambiente [1]. Ha cobrado importancia el empleo de polvos, aceites esenciales, infusiones acuosas y extractos naturales obtenidos de las hojas de plantas, cáscaras, frutos, semillas y raíces, como inhibidores ecológicos de la corrosión, debido a su efecto seguro, uso práctico, bajo costo y por ser materiales renovables [5].
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